Si me ves, llora, un mensaje de la naturaleza al hombre
“Si me ves, llora, y cuando desaparezcan estas letras habré vuelto a la vida”. Esta es la marca que llevan piedras ubicadas en las profundidades de algunos afluentes en el mundo. Frases que fueron plasmadas por antepasados que sufrieron grandes crisis por el agua, donde los ríos alcanzaron niveles alarmantes de sequía, y, anécdota que marcó la vida de Alejandro Ramírez Mesa, quien todos los días aporta su “granito de arena” con la esperanza de que los afluentes de agua en Antioquia se mantengan a salvo.

Él es un hombre movido por la pasión y la convicción de regresarle al planeta todo lo que este le ofrece a diario, pues asegura que “las bondades de la naturaleza son muchas como para solamente arrancárselas y dejar a las futuras generaciones sin ninguna de ellas”, menciona.
Por eso, la finca que habita, junto a sus familiares, es también un espacio protegido y de cuidado consciente del que se benefician miles de personas, todo esto gracias a la alianza que tiene con EPM y CuencaVerde (la organización que vela por el cuidado del agua) quienes les han ayudado a transformar la zona a través del Programa Familias Guardabosques que desde hace una década implementa la empresa de servicios públicos en el oriente antioqueño.
“En el predio de nosotros siempre hubo un pozo séptico; mi papá y yo siempre lo cuidábamos y hacíamos el tratamiento correspondiente, pero cuando entramos en el proyecto de guardabosques con estas entidades, fue el comienzo de nuevas estrategias para contribuir al planeta” expresa Alejandro.
Los alrededores de su casa cuentan, también, con una zona de 400 metros cuadrados, la cual fue estudiada por técnicos del programa, y catalogada como un humedal que, en conjunto con CuencaVerde y EPM, fue sembrado con 65 árboles nuevos capaces de adaptarse a las condiciones del terreno y, principalmente, de convertirse en espacio seguro para aves migratorias, zarigüeyas, guacharacas y toda la fauna que todavía conserva su hábitat; y al mismo tiempo ser fuente de agua pura para la quebrada La Fe.
Con el mismo entusiasmo, Alejandro destinó otra área de 75 metros cuadrados para realizar una huerta autosostenible, la cuál es despensa de alimentos para su familia y hasta las gallinas, las cuales de manera orgánica generan el abono que requieren los cultivos, creando así un espiral que, como él mismo dice, “de forma circular la misma naturaleza demuestra su agradecimiento y es completamente funcional por sí misma”.
y reconoce que, gracias a estas iniciativas ha logrado aportar su granito de arena, con la esperanza de que muchas más personas aprovechen estas articulaciones y estrategias de algunas empresas para proteger la biodiversidad y los ecosistemas.
“La quebrada La Fe beneficia a más de 4 millones de personas, pero nadie hace consciencia de esto; la gente piensa que solo es abrir la canilla y que el agua llega ahí por arte de magia, entonces dígame, ¿cuántos de esos se preocupan por cuidar la represa, por lo que puede pasar si hay veranos prolongamos; por ahorrar el agua y no desperdiciarla?”, dice Alejandro.
Finalmente, Alejandro hace una invitación a las personas para que “mantengan el contacto primario y directo con la tierra – o con la vida – que es lo mismo, pues cuidar los afluentes y proteger los recursos naturales garantizan a las actuales y futuras generaciones disponer de los servicios esenciales que ofrece la naturaleza para el bienestar humano”.
Como Alejandro, en el oriente antioqueño hay más de 50 familias guardabosques que tienen objetivos similares y que trabajan diariamente para la conservación y protección de estos entornos, quienes, además, reciben capacitaciones para ayudar a crear consciencia ciudadana y fortalecer la educación ambiental.
